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En la Red no es condición indispensable añadir un elemento nuevo, pues podemos crear a partir de enlaces con los ya existentes. Todo esto amplía los recursos existentes y posibilita la creación en el marco infinito de la creatividad. Además, el hipertexto fomenta la apertura de una tercera dimensión: el Lenguaje de la Intuición, que ofrece al usuario la posibilidad de elegir su propia vía de navegación no secuencial.
Representar significa volver a hacer presente a los ojos y a la memoria, cosas ausentes, que existen o han existido, en otro lugar y en otro tiempo.
Conducido por lenguajes informáticos, protocolos, contraseñas y menús de opciones, el peregrino de las redes es la encarnación del habitante postmoderno, un ser desarraigado, con el sentimiento perpetuo de no pertenecer a ningún lugar y, al mismo tiempo, con la necesidad de encontrar o conformar un sitio estable.
El ordenador es un intermediario entre el universo personal del creador y el de su espectador. El navegante de la red se mueve en un circuito poblado por innumerables seres similares a él. Las redes informáticas son espacios interconectados, donde un link lleva a otro y todo icono puede ser el ingreso a un espacio impensado o la proyección hacia una nueva travesía. Navegar es internarse en un universo de migraciones permanente, de carácter expandido e imposible de agotar.
Se suele hablar de la descorporeización del navegante de Internet como el resultado lógico frente a un mundo en el que la realidad ha perdido su atractivo y tiende a ser reemplazada por las deslumbrantes promesas de la realidad virtual, pero también como la consecuencia de la relación elemental entre los seres humanos y las redes informáticas.
Toda esta orientación de la tecnología informática hacia las redes y la comunicación dio vida a un nuevo tipo de producción artística que se conoce con el nombre de Net.art, obras creadas especialmente para Internet, que desplazan los circuitos de distribución del arte hacia el espacio virtual, dejando de lado los ámbitos expositivos y proponiendo un arte que irrumpe en los lugares de la cotidianidad.
La interactividad que se genera en el diálogo de los usuarios con los ordenadores aparece igualmente en las obras artísticas numéricas. De esta forma, los espectadores dejan de ser meros contempladores y se transforman en participantes de la construcción, transformación y manipulación de un nuevo tipo de obra artística, inmaterial y efímera. Se trata de creaciones especialmente diseñadas para ser vistas en un ordenador, on-line, y cuya estructura o fruición depende en gran mediada de la participación del observador. Compuestas por imágenes, texto, fragmentos sonoros, pequeños vídeos, enlaces, diseño gráfico, animaciones, y toda la variedad audiovisual propia de la tecnología numérica, promueven la exploración, la búsqueda y la interacción, la inmersión en el universo de los dígitos. Gustavo Romano, es uno de los más asiduos participantes: Cyberzoo, un reservario de criaturas informáticas, un zoológico de los virus que han crecido en el corazón mismo de la Red.
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