En "La vida y la muerte de la imagen" de Regis Debray se plantea la relación muerte = imagen. El autor se refiere a la
lógica presencia-ausencia.
La creación de la imagen fue la
respuesta para la primera interrogante de la humanidad que fue el
misterio de la muerte y del “más allá”, del camino entre lo
humano y lo divino. De allí que la imagen haya adquirido ese
carácter sublime que parece irse perdiendo con el paso del tiempo y
desarrollo de tecnologías visuales.
A
partir de estas ideas, el autor hace un recorrido por la historia de
la imagen en occidente desde las imágenes en las cavernas hasta las
digitales. La imagen funciona como huella del humano y su presencia
en el mundo. El recuento comienza con el origen de la palabra imagen
y su utilización con fines rituales religiosos que permitía calmar
o rellenar ese hueco que la dude dejaba. Se utilizaba para acompañar
a los muertos al otro mundo y para prolongar su existencia siempre y
cuando el muerto alcanzara una jerarquía importante.
“El nacimiento de la imagen está unido desde el principio a la
muerte. Pero si la imagen nace de las tumbas, es como rechazo de la
nada y para prolongar vida. La plástica es un terror domesticado. De
ahí que, a medida que se elimina a la muerte de la vida social, la
imagen sea menos viva y menos vital nuestra necesidad de imágenes.”