-Ahora esta sofiando. ;Con quién suefia? zLo sabes?
-Nadie lo sabe. -Suefia contigo. Y si dejara de sofiar, qué seria de ti? -No lo sé. -Desaparecerias. Eres una figura de un suefio. Sise despertara ese rey te apagarias como una vela. Lewis Carroll, A través del espejo (1871).Todo en el mundo esta dividido en dos partes, de las cuales una es visible y la otra invisible. Aquello visible no es sino el reflejo de lo invisible.
EL SUENO DE COLERIDGE El fragmento lirico Kubla Khan (cincuenta y tantos versos rimados e irrequlares de prosodia exquisita) fue sofiado por el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge, en uno de los dias del verano de 1797. Coleridge escribe que se habia tetirado a una granja en el confin de Exmoor; una indisposicién lo obligé a tomar un hipnotico; el suefio lo vencidé momentos después de la lectura de un pasaje de Purchas, que refiere la edificacién de un palacio por Kublai Khan, el emperadar cuya fama occidental labr6 Marco Polo. En el suefio de Coleridge, el texto casualmente leido procedi6 a germinar y a multiplicarse; el hombre que dormia intuy6 una serie de imagenes visuales y, simplemente, de palabras que las manifestaban; al cabo de unas horas se desperté, con la certidumbre de haber compuesto, o recibido, un poema de unos trescientos versos. Los recordaba con singular claridad y pudo transcribir el fragmento que perdura en sus obras. Una visita inesperada lo interrumpidé y le fue imposible, después, recordar el resto. "Descubri, con no pequefia sorpresa y mortificacién -cuenta Coleridge-, que si bien retenia de un modo vago la forma general de la visidn, todo lo demas, salvo unas ocho o diez lineas sueltas, habia desaparecido como las imagenes en la superficie de un rio en el que se arroja una piedra, pero, ay de mi, sin la ulterior restauracién de estas Ultimas." Swinburne sintid que lo rescatado era el mas alto ejemplo de la musica del inglés y que el hombre capaz de analizarlo podria (la metafora es de Jahn Keats) destejer un arco iris. Las traducciones o resimenes de poemas cuya virtud fundamental es la musica son vanas y pueden ser perjudiciales; bastenos retener, por ahora, que a Coleridge le fue dada en un suefio una pagina de no discutido esplendor. El caso, aunque extraordinario, no es Unico. En el estudio psicoldgico The World of Dreams, Havelock Ellis lo ha equiparado con el del violinista y compositor Giuseppe Tartini, que sofié que el Diablo (su esclavo) ejecutaba en el violin una prodigiosa sonata; el sofiador, al despertar, dedujo de su imperfecto recuerdo el Trillo del Diavolo. Otro clasico ejemplo de cerebracién inconsciente es el de Robert Louis Stevenson, a quien un suefio (segtin él mismo ha teferido en su Chapter on Dreams) le dio el argumento de Olalla yotro, en 1884, el de Jekyll & Hide. Tartini, quiso imitar en la vigilia la musica de un suefio; Stevenson recibié del suefio argumentos, es decir, formas generales; mas afin a la inspiracién verbal de Coleridge es la que Beda el Venerable atribuye a Caedmon (Historia ecclessiastica gentis Anglocum, IV, 24). El caso ocurrié a fines del siglo VII, en la Inglaterra misionera y querrera de los reinos sajones. Caedmon era un rudo pastor y ya no era joven; una noche, se escurriéd de una fiesta porque previé que le pasarian el arpa, y se sabia incapaz de cantar. Se eché a dormir en el establo, entre los caballos, y en el suefio alguien lo llamé por su nombre y le ordené que cantara. Caedmon contesté que no sabia, pero el otro le dijo: "Canta el principio de las cosas creadas."" Caedmon, entonces, dijo versos que jamas habia ofdo. No los olvids, al despertar, y pudo repetirlos ante los monjes del cercano monasterio de Hild. No aprendio a leer, pero los monjes le explicaban pasajes de la historia sagrada y él "los rumiaba como un limpio animal y los convertia en versos dulcisimos, y de esa manera canté la creacién del mundo y del hombre y toda la historia del Génesis y el éxodo de los hijos de Israel y su entrada en la tierra de promisién, y muchas otras cosas de la Escritura, y la encarnacién, pasién, resurreccién y ascensién del Sefior, y la venida del Espiritu Santo y la ensefianza de los apdstoles, y también el terror del Juicio Final, el horror de las penas infernales, las dulzuras del cielo y las mercedes y los juicios de Dios." Fue el primer poeta sagrado de la nacidn inglesa; "nadie se iqualé a él -dice Beda-, porque no aprendié de los hombres sino de Dios." Afios después, profetizé la hora en que iba a morir y la esperd durmiendo. Esperemos que volvié a encontrarse con su angel. A primera vista, el suefio de Coleridge corre el albur de parecer menos asombroso que el de su precursor. Kubla Khan es una composicién admirable y las nueve lineas del himno sofiado por Caedmon casi no presentan otra virtud que su origen onirico, pero Coleridge ya era un poeta y a Caedmon le fue revelada una vocaci6n. Hay, sin embargo, un hecho ulterior, que magnifica hasta lo insondable la maravilla del suefio en que se engendré Kubla Khan. Si este hecho es verdadero, la historia del suefio de Coleridge es anterior en muchos siglos a Coleridge y no ha tocado aun asufin. El poeta sofid en 1797 (otros entienden que en 1798) y publicé su relacién del suefio en 1816, a manera de glosa o justificacién del poema inconcluso. Veinte afios después, aparecié en Paris, fragmentariamente, la primera version occidental de una de esas historias universales en que la literatura persa es tan rica, el Compendio de Historias de Rashid ed-Din, que data del siglo XIV. En una pagina se lee: "Al este de Shang-tu, Kubla Khan erigié un palacio, segtin un plano que habia visto en un suefio y que guardaba en la memoria". Quien esto escribid era visir de Ghazan Mahmud, que descendia de Kubla. Un emperador mogol, en el siglo XIII, suefia un palacio y lo edifica conforme a la visidn; en el siglo XVIII, un poeta inglés que no pudo saber que esa fabrica se derivé de un suefio, suefia un poema sobre el palacio. Confrontadas con esta simetria, que trabaja con almas de hombres que duermen y abarca continentes y siglos, nada o muy poco son, me parece, las levitaciones, resurrecciones y apariciones de los libros piadosos. Qué explicacién preferiremos? Quienes de antemano rechazan lo sobrenatural (yo trato, siempre, de pertenecer, a ese gremio) juzgaran que la historia de los dos suefios es una coincidencia, un dibujo trazado por el azar, como las formas de leones o de caballos que a veces configuran las nubes. Otros argiiiran que el poeta supo de algun modo que el emperador habia sofiado el palacio y dijo haber sofiado el poema para crear una espléndida ficcion Pagina 36 de 53 Jorge Luis Borges Libro De Suefios que asimismo paliara o justificara lo truncado y rapsdédico de los versos?. Esta conjetura es verosimil, pero nos obliga a postular, arbitrariamente, un texto no identificado por los sindlogos en el que Coleridge pudo leer, antes de 1816, el suefio de Kubla. Mas encantadoras son las hipdtesis que trascienden lo racional. Por ejemplo, cabe suponer que el alma del emperador, destruido el palacio, penetré en el alma de Coleridge, para que éste lo reconstruyera en palabras, mas duraderas que los marmoles y metales. El primer suefio agreg6 a la realidad un palacio; el segundo, que se produjo cinco siglos después, un poema (0 principio de poema) sugerido por el palacio; la similitud de los suefios deja entrever un plan; el periodo enorme revela un ejecutor sobrehumano. Indagar el propdésito de ese inmortal o de ese longevo seria, tal vez, no menos atrevido que inutil, pero es licito sospechar que no lo ha logrado. En 1691, el P. Gerbillon, de la Compaifiia de Jestis, comprob6 que del palacio de Kublai Khan sdlo quedaban ruinas; del poema nos consta que apenas se rescataron cincuenta versos. Tales hechos permiten conjeturar que la serie de suefios y de trabajos no ha tocado a su fin. Al primer sofiador le fue deparada en la noche la visién del palacio y lo construyd; al segundo, que no supo del suefio del anterior, el poema sobre el palacio. Si no marra el esquema, alguien, en una noche de la que nos apartan los siglos, sofiara el mismo suefio y no sospechara que otros lo sofiaron y le dara la forma de un marmol o de una musica. Quiza la serie de los suefios no tenga fin, quiza la clave esté en el ultimo. Ya escrito lo anterior, entreveo o creo entrever otra explicacién. Acaso un arquetipo no revelado atin a los hombres, un objeto eterno (para usar la nomenclatura de Whitehead), esté ingresando paulatinamente en el mundo; su primera manifestacién fue el palacio; la segunda el poema. Quien los hubiera comparado habria visto que eran esencialmente iguales.
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