jueves, 25 de diciembre de 2025

 Esbozo de un feminismo latinoamericano

El artículo plantea que sí existe un feminismo latinoamericano con raíces y perfil propios, nutrido de diversas corrientes teóricas y filosóficas del feminismo contemporáneo. La situación periférica del continente permite articular lecturas múltiples, trazar redes conceptuales y plantear problemas propios de la región (Femenías, 2007).

1. Contexto histórico y social:
América Latina surge de las contradicciones de la Ilustración y se estructura como Estados modernos basados en igualdad, universalismo y libertad, pero con una sociedad conformada por raíces indígenas, europeas y africanas, a las que se suman migraciones asiáticas recientes. La discriminación no solo se basa en sexo, sino en la intersección sexo-etnia-clase, haciendo insuficiente la mera reforma de leyes formales (Femenías, 2007).

2. Tráfico de teorías:
El feminismo latinoamericano ha practicado lo que Claudia de Lima Costa (2002) llama “tráfico de teorías”, apropiándose y resignificando corrientes feministas y universales desde una perspectiva subalterna. Esto permite romper con discursos hegemónicos, generar nuevos significados y analizar críticamente el poder patriarcal y las limitaciones del feminismo occidental. Autoras como Sophie Bessis y Gloria Anzaldúa aportan conceptos de “aculturación del universalismo” y “zonas de contacto”, que permiten entender la traducción y resignificación de teorías en contextos locales.

3. Políticas de localización y situación:
Femenías enfatiza la doble subalternidad de las mujeres latinoamericanas: ser mujeres y ser latinoamericanas, ubicadas en la periferia geopolítica y socioeconómica. Esta marginalidad permite desarrollar una experiencia crítica, que rechaza la heterodesignación y crea identidad propia, generando una comunidad imaginaria de “mujeres de América Latina” que potencia la acción política y el reconocimiento colectivo (Femenías, 2007).

4. Identidades negociadas y mestizaje:
El mestizaje es clave para entender la identidad latinoamericana. María Lugones (1999) revisa la dicotomía “pureza/impureza”, mostrando que el mestizaje cultural y étnico actúa como resistencia a políticas excluyentes. Esta noción permite analizar cómo las identidades múltiples y negociadas pueden construir sujetos feministas capaces de producir prácticas alternativas y desarticular estructuras naturalizadas de poder.

5. Visibilización y universalidad:
El feminismo latinoamericano cuestiona el universal formal y exige estrategias prácticas para que la igualdad y los derechos se cumplan efectivamente, tomando en cuenta la materialidad de cuerpos, etnia y cultura (Benhabib, 2005). La autoafirmación identitaria contribuye a erosionar pautas esencializantes y crear espacios de poder, reconocimiento y pertenencia, enfrentando el sexismo y racismo operativos en la sociedad (Femenías, 2007).

6. La voz propia del feminismo latinoamericano:
El artículo concluye que el feminismo latinoamericano es original tanto en origen como en originalidad, desde Sor Juana Inés hasta las mujeres comprometidas con ideales revolucionarios. Su historia muestra la apropiación crítica de teorías universales y la creación de un locus catalizador que permite conceptualizaciones y prácticas novedosas. Este feminismo se distingue por la transversalización de género, clase, etnia y religión, y por su capacidad de dar respuesta teórica y práctica a los desafíos glocalizados de la región (Femenías, 2007; Soldan, 2004).

Referencias principales citadas en el texto:

  • Benhabib, S. (2005). Los derechos de los otros. Barcelona: Gedisa.

  • Femenías, M. L. (2006). El género del multiculturalismo. Bernal: UNQUI.

  • Lima Costa, C. de (2002). “Repensando el género: tráfico de teorías en las Américas”. In: Femenías, M. L. Perfiles del feminismo iberoamericano. Buenos Aires: Catálogos, p. 189-214.

  • Lugones, M. (1999). “Pureza, impureza, separación”. In: Carbonell, N.; Torrás, M. Feminismos literarios. Madrid: Arcos Libros, p. 235-264.

  • Rich, A. (1983). Sobre mentiras, secretos y silencios. Barcelona: Icaria.

  • Rich, A. (1986). Nacemos de mujer. Madrid: Cátedra.

  • Soldan, A. (2004). “What time is it? Epoch Concepts as Ideological Constructs”. 11th Symposium of the International Association of Women Philosophers, Göteborg.


Ensayo: Sobre la tecnología, el diseño y la política de lo inventado

 El desconocimiento de la tecnología es común. Sin embargo, quienes poseen curiosidad y pensamiento crítico suelen preguntarse cómo funciona realmente, qué decisiones se toman y quién las toma. La tecnología opera sobre construcciones arbitrarias e imaginarias: todo lo que percibimos fue diseñado y colocado por alguien. No existe un mundo tecnológico “natural”; cada detalle es producto de elecciones humanas concretas, y comprender esto es esencial para analizar su impacto.

Lo que hoy nos parece obvio —una función, un diseño, una interfaz— fue en su momento resultado de debates, visiones y preferencias individuales. La supuesta inevitabilidad de la tecnología es un mito: nada es neutral, todo es contingente. Cada estándar, cada característica y cada forma de presentación refleja decisiones históricas, políticas y comerciales.

Es fundamental diferenciar entre tecnología y empaque. La forma en que percibimos y usamos los dispositivos o sistemas muchas veces oculta lo que ocurre detrás. La elegancia o simplicidad de un objeto tecnológico no es lo mismo que su funcionamiento real; los envoltorios solo muestran lo que alguien decidió que debíamos ver y cómo debíamos interactuar con ello.

La política atraviesa la tecnología de múltiples maneras. Las decisiones de diseño no son solo técnicas: reflejan intereses de poder, de mercado y de cultura. La tecnología se convierte en un espacio de disputa donde convergen ideologías y estrategias de control, y cada diseño es también una afirmación de valores y prioridades.

El empaque, la presentación y la narrativa que rodean la tecnología son parte de esa estrategia. La atención del usuario, la percepción de utilidad y la fidelidad a determinados sistemas son cuidadosamente gestionadas. Lo que aparenta ser neutral o inevitable es, en realidad, un entramado de decisiones arbitrarias con fines políticos, económicos y culturales.

Comprender la tecnología exige mirar más allá de lo visible. Cada objeto, innovación o estándar refleja luchas, acuerdos, negociaciones y elecciones subjetivas. Nada es simplemente técnico: todo es cultural, político y humano. Reconocer esta complejidad permite analizar críticamente no solo lo que usamos, sino también las estructuras de poder y las lógicas de control que subyacen a la tecnología en la vida cotidiana.

Feminismo decolonial y crítica al enfoque postcolonial

 

Ochy Curiel Pichardo

Ochy Curiel problematiza el uso indistinto de los términos postcolonial y decolonial dentro del feminismo, señalando que no son equivalentes ni en lo político ni en lo epistemológico. Desde su posición como mujer afrodescendiente en Abya Yala, la autora se sitúa en el feminismo decolonial, articulado con posturas antirracistas, lésbico-feministas y de autonomía feminista.

Curiel explica que lo postcolonial surge históricamente a partir de las independencias asiáticas y africanas, especialmente desde 1947, y como perspectiva teórica en los años ochenta en Europa y Estados Unidos, con autorxs como Edward Said (1990), Gayatri Spivak, Homi K. Bhabha y Chandra Mohanty. Sin embargo, diversas críticas advierten sus ambigüedades: Shohat (2008) cuestiona su falta de claridad histórica y su tendencia despolitizante; MacClintok (citada por Hall 2010) señala su linealidad; y Dirlik (citado por Mazzadra y Rahola 2008) denuncia su sesgo culturalista y su desvinculación del capitalismo como estructura de poder.

Desde América Latina, Ramón Grosfoguel (2010) critica que los estudios postcoloniales sitúen el colonialismo en los siglos XVIII y XIX, invisibilizando que la colonialidad comienza en 1492 y se articula con la modernidad como un sistema global de dominación. Stuart Hall (2010), aunque reconoce estas críticas, sostiene que lo postcolonial permite analizar los reordenamientos de poder posteriores a las independencias y abrir narrativas descentradas de la modernidad.

En este marco, Curiel afirma que el feminismo postcolonial ha sido útil como crítica al feminismo hegemónico blanco, occidental y burgués, pero insuficiente si no cuestiona profundamente la episteme moderna-colonial. Para el feminismo decolonial, no basta con la interseccionalidad o la inclusión de autoras racializadas: es necesario releer la historia desde la colonialidad, comprender las opresiones como estructurales y construir metodologías feministas situadas, críticas y políticamente comprometidas.

Acerca del feminismo decolonial

El feminismo decolonial se sitúa en Abya Yala, surgido de procesos de descolonización de pueblos indígenas y afrodescendientes, y combina críticas al feminismo hegemónico con la teoría decolonial latinoamericana (Lugones 2008; Espinosa 2013). Señala que, pese al fin del colonialismo formal, persiste la colonialidad del poder, del ser y del saber, estructuras que mantienen jerarquías globales, raciales y de género (Quijano 2000; Maldonado-Torres 2007; Lander 2000).

Lugones (2008) explica que el género es una categoría moderna y colonial que, junto al heterosexualismo, excluyó a las mujeres colonizadas de la consideración de humanidad plena. Por su parte, Espinosa (2013) propone que el feminismo decolonial revise y amplíe conceptos centrales del feminismo, recuperando saberes subalternos y experiencias de mujeres afrodescendientes, indígenas y populares, para generar metodologías y prácticas políticas que eviten reproducir lógicas racistas y coloniales.

¿Una metodología feminista? Punto de vista e interseccionalidad

Sandra Harding (1992) propuso una epistemología y metodología feminista que cuestiona la lógica masculina de la ciencia y promueve la reflexividad, es decir, explicitar el género, la raza, la clase y los rasgos culturales de quien investiga. Sin embargo, su enfoque reproduce la universalización del género y el dualismo hombre/mujer, como señala Haraway (1991).

Donna Haraway aportó también a la reflexividad y al punto de vista, invitando a historizar a quien investiga, mostrando cómo la posición del investigador afecta la interpretación. Desde un enfoque decolonial, reflexividad y punto de vista deben considerar geopolítica, raza, clase, sexualidad y capital social, no solo la autodefinición.

Patricia Hill Collins (1998) profundiza el concepto de punto de vista desde el feminismo negro. Este incluye:

  1. Experiencias sociocríticas: conjunto de vivencias que proporcionan perspectivas distintas sobre la realidad.

  2. Conciencia feminista negra: la interpretación de esa realidad material desde la experiencia de opresiones simultáneas, o matriz de dominación, que combina racismo, heterosexualidad, colonialismo y clasismo, con expresiones estructurales, ideológicas e interpersonales.

Esto implica que la experiencia vivida es fuente de conocimiento, y quienes la han vivido tienen un privilegio epistémico (Hill Collins 1998). No se trata solo de describir que alguien es negra, pobre o mujer, sino de entender por qué esas condiciones existen, cómo fueron producidas por la colonialidad y cómo se mantienen.

La noción de interseccionalidad de Kimberlé Crenshaw (1993) reconoce la diferencia desde categorías intersectadas, pero tiende a un multiculturalismo liberal que no cuestiona la producción histórica de esas diferencias. Por ello, un enfoque decolonial entiende raza y género como categorías constitutivas de la episteme moderna colonial, resultado de opresiones históricas que persisten en la colonialidad contemporánea.

La relación sujeto-objeto

En las metodologías feministas, los sujetos que investigan suelen ser académicos/as del Norte o posiciones privilegiadas, mientras que los objetos de estudio son mujeres racializadas, pobres, indígenas o del Tercer Mundo. Esta dinámica refleja la colonialidad del saber, que asume que “lo otro” es materia prima para la investigación.

Preguntas clave que plantea Ochy Curiel (2013) son:

  • ¿Qué significa que mujeres blancas del Norte estudien mujeres del Tercer Mundo?

  • ¿Qué implicaciones tiene aplicar categorías eurocéntricas?

Mohanty (2008) y Spivak (2009) advierten que esto puede producir colonización discursiva y violencia epistémica, generando créditos académicos para quienes estudian a “otros” desde posiciones hegemónicas. Curiel propone una antropología de la dominación, que investigue cómo se construyen los “otros” y las “otras” desde el poder, haciendo etnografía de nuestras propias prácticas académicas, metodológicas y pedagógicas (Escobar 1996).


El desenganche epistemológico

La perspectiva decolonial busca desprenderse de la colonialidad del poder, del saber y del ser, cuestionando: qué conocimientos se producen, cómo y para qué.

a) Reconocimiento de saberes subalternizados

No basta citar a feministas negras, indígenas o empobrecidas; se trata de:

  • Reconocer conceptos, teorías y categorías producidas colectivamente desde experiencias subalternizadas, capaces de explicar distintas realidades sin universalizar.

  • Adoptar una ética liberadora con genealogía propia (Palermo 2010), que rompa la diferencia epistémica entre sujeto cognoscente y sujetos a ser conocidos.

  • Implementar procesos pedagógicos y metodológicos distintos, como la co-investigación y la teorización desde la práctica comunitaria (Espinosa et al. 2013).

b) Problematizar las condiciones de producción de conocimientos

Silvia Rivera Cusicanqui (2010) propone cuestionar la economía del conocimiento: cómo los privilegios materiales, la geopolítica del conocimiento y los mecanismos institucionales pueden reproducir formas de colonización intelectual incluso en el Sur.

Aplicado al feminismo:

  • ¿Desde qué marcos institucionales se producen metodologías feministas críticas?

  • ¿Qué privilegios materiales, de capital social, raza, clase o sexualidad intervienen?

Analizar estas condiciones es esencial para descolonizar la producción de conocimiento y combatir la colonialidad del saber, del poder y del ser.

+ infa

 María Lugones plantea que el sistema moderno-colonial no se sostiene únicamente en la racialización, sino en una estructura inseparable de raza, género y sexualidad. Introduce el concepto de colonialidad del género para explicar cómo la colonización impuso un orden sexo-genérico binario, jerárquico y heterosexual que no existía de la misma forma en muchas sociedades precoloniales. Su aporte central es demostrar que la opresión colonial produce sujetos generizados y racializados de manera simultánea, haciendo imposible analizar estas dimensiones de forma aislada.

Rita Segato analiza la transformación violenta de los sistemas de género a partir de la colonización. Sostiene que el patriarcado moderno no es una continuidad directa de formas patriarcales previas, sino una reorganización colonial vinculada al Estado, la modernización y la expansión del orden jurídico-político occidental. Su aporte consiste en mostrar cómo la colonialidad reconfigura el control sobre los cuerpos de las mujeres y profundiza la violencia de género como parte del proyecto civilizatorio.

Breny Mendoza desarrolla el concepto de colonialidad de la democracia liberal, señalando que nociones como nación, derecho y ciudadanía se construyen históricamente desde una matriz colonial que articula capitalismo, racismo, heterosexismo y sistema de género moderno. Cuestiona la idea de democracia como proyecto universal e interroga quiénes son reconocidos como plenamente humanos dentro de estos regímenes políticos.

Karina Ochoa examina los discursos coloniales que construyeron a los pueblos indígenas como no humanos. Analiza los procesos de bestialización, feminización y racialización que legitimaron la violencia genocida durante la conquista. Su aporte radica en evidenciar que la deshumanización colonial se sostuvo en una violencia profundamente misógina y sexualizada.

Silvia Rivera Cusicanqui critica el derecho como una forma moderna, colonial y patriarcal de organización social. Muestra cómo el orden jurídico ha reproducido históricamente la subordinación de las mujeres y de los pueblos indígenas. Señala que muchas agendas indigenistas priorizan la tierra y el territorio, dejando en segundo plano las demandas específicas de las mujeres indígenas.

Sylvia Marcos aporta una reflexión sobre la espiritualidad indígena como forma de resistencia descolonial. Analiza cómo las mujeres indígenas construyen prácticas espirituales no basadas en dicotomías jerárquicas, sino en dualismos complementarios. Su propuesta cuestiona la racionalidad eurocéntrica y reconoce otras formas de conocimiento y organización del mundo.

Natalia Quiroga Díaz problematiza el concepto de economía del cuidado, señalando que su uso acrítico reproduce lógicas coloniales. Propone descolonizar el cuidado a partir de las experiencias históricas de mujeres negras, indígenas y mestizas, entendiendo el cuidado como una práctica atravesada por relaciones de poder, clase, raza y género.

Luiza Bairros, desde el feminismo negro, cuestiona la capacidad del feminismo hegemónico para explicar las experiencias de subalternidad vividas por las mujeres negras. Su aporte se centra en evidenciar que la opresión racial y de género no puede entenderse sin considerar el racismo estructural y las herencias coloniales en América Latina.

Marisol de la Cadena analiza cómo las identidades indígenas y las formas de conocimiento no occidentales desafían las categorías modernas de sujeto, naturaleza y política. Su aporte radica en mostrar la persistencia de ontologías múltiples que resisten la imposición colonial del pensamiento moderno.

Emma Delfina Chirix García examina las opresiones vividas por mujeres indígenas desde una perspectiva situada, enfatizando cómo el racismo, el sexismo y la colonialidad del poder se entrecruzan en la vida cotidiana y en las estructuras comunitarias y estatales.

María Teresa Garzón Martínez aporta un análisis crítico sobre las formas en que la colonialidad estructura las relaciones de género y raza en contextos latinoamericanos, subrayando la necesidad de metodologías feministas situadas y no eurocentradas.

Aura Estela Cumes reflexiona sobre el racismo estructural y la colonialidad desde la experiencia indígena, mostrando cómo el patriarcado y el colonialismo operan tanto desde el Estado como dentro de las propias comunidades, generando tensiones complejas en las luchas de las mujeres indígenas.

Dorotea A. Gómez Grijalva desarrolla una crítica feminista indígena que cuestiona las categorías universales del feminismo occidental. Su aporte consiste en articular conocimiento, memoria y experiencia comunitaria como formas legítimas de producción teórica.

El texto anónimo sobre la pollera como frontera analiza la vestimenta tradicional como un dispositivo simbólico que marca pertenencia, exclusión y negociación identitaria. Muestra cómo las mujeres indígenas enfrentan múltiples formas de discriminación al transitar entre comunidad, ciudad y universidad.

Rosalva Aída Hernández Castillo estudia el feminismo indígena en México, destacando su doble lucha: por el reconocimiento frente al Estado y por la transformación de prácticas patriarcales dentro de las comunidades. Analiza los encuentros y tensiones entre feminismo indígena y feminismo hegemónico.

Betty Ruth Lozano Lerma propone un feminismo negro descolonial desde la experiencia de las mujeres negras del Pacífico colombiano. Cuestiona las categorías coloniales del feminismo dominante y muestra cómo estas mujeres subvierten la opresión a través de prácticas comunitarias propias, sin depender de los marcos teóricos hegemónicos.

Yuderkys Espinosa Miñoso critica el racismo, el heterosexismo y la colonialidad del saber presentes en el feminismo institucionalizado latinoamericano. Aporta una lectura descolonial que cuestiona la producción de conocimiento feminista desde el Norte global.

Ochy Curiel Pichardo aporta una crítica lesbofeminista descolonial que entiende la heterosexualidad como un régimen político central del sistema colonial moderno. Su trabajo articula raza, género, sexualidad y nación como ejes inseparables de la dominación.

Rosalía Paiva contribuye al análisis de los movimientos feministas desde una perspectiva crítica que enfatiza las tensiones entre institucionalización, autonomía y lucha política.

Diana Marcela Gómez Correal reflexiona sobre los movimientos de mujeres y feministas en América Latina, subrayando los desafíos de articular luchas de género con agendas antirracistas, anticapitalistas y descoloniales.

Francesca Gargallo Celestini desarrolla una crítica a la universalización del feminismo occidental y defiende la pluralidad de feminismos en Abya Yala, destacando la importancia de los saberes comunitarios, indígenas y populares como fuentes legítimas de teoría.

martes, 23 de diciembre de 2025

Las pedagogías críticas y de frontera

Las pedagogías críticas y de frontera buscan construir marcos analíticos y conceptuales que permitan interpretar los procesos educativo-culturales contemporáneos desde una perspectiva crítica, situada y transdisciplinaria. Inspiradas en el postmarxismo, el postestructuralismo y los estudios culturales, estas pedagogías recuperan nociones como la hegemonía, el antagonismo y la frontera para repensar la identidad, la diferencia y las relaciones de poder en contextos históricos, sociales y geopolíticos específicos, especialmente en América Latina.

Autores como Puiggrós y Freire destacan la importancia de una educación situada que no se limite a transmitir contenidos, sino que genere nuevas relaciones entre sujetos, educación y política. Así, se valoran las experiencias de comunidades y movimientos sociales, como los pueblos indígenas de Chiapas o el zapatismo, donde la educación se convierte en práctica emancipatoria que articula saberes, luchas políticas y alternativas pedagógicas. En este marco, las pedagogías críticas y de frontera abren espacios de auto-narración y reconocimiento de saberes y experiencias “otras”, fomentando la igualdad epistémica y la construcción de nuevas subjetividades.

En paralelo, las tramas emancipatorias entre educación popular y feminismos, especialmente desde los feminismos del sur y decoloniales, enfatizan la crítica a la colonialidad del género (Lugones), la interseccionalidad y la opresión histórica de mujeres racializadas y otros sujetos subalternizados. Autoras como Gloria Anzaldúa, bell hooks y Chela Sandoval visibilizan estas experiencias desde el borde y los intersticios, desarrollando prácticas pedagógicas, culturales y políticas que desafían las estructuras de poder colonial, patriarcal y capitalista. Se destacan las nociones de identidades múltiples, conciencia mestiza y narrativas propias, que permiten resistir la violencia simbólica y estructural, articular contrahegemonía y construir nuevos mundos de experiencia.

Ambos enfoques —pedagogías críticas y feminismos decoloniales— se intersectan al considerar la educación y el activismo como espacios de resistencia, contra-culturales y emancipatorios, donde se despliegan alternativas epistémicas, políticas y pedagógicas desde y para los sujetos del sur global, promoviendo la transformación social y la visibilización de opresiones históricamente invisibilizadas.

jueves, 18 de diciembre de 2025

 Horrara Moreira, abogada, investigadora y educadora popular de Brasil, aborda la inteligencia artificial (IA) con realismo, alejándose de mitos futuristas. Señala que la IA no es mágica: requiere grandes recursos y tiene riesgos, incluida la concentración de poder en pocas empresas y países, lo que puede generar un neocolonialismo digital. Advierte sobre los impactos en Latinoamérica, como la extracción de materias primas para tecnologías de grandes empresas, y propone que Brasil busque alternativas dentro de bloques como BRICS, aunque esto implique dilemas geopolíticos.


Moreira también denuncia el uso de tecnologías de vigilancia y reconocimiento facial en Brasil, que perpetúan discriminaciones raciales históricas. Frente a estos desafíos, promueve valorar lo cotidiano y la “microeconomía del cuidado”, además de rescatar saberes ancestrales y la ciencia de los pueblos afrobrasileños, destacando la eficacia de prácticas como las ofrendas a Oxum en la protección de embarazos, como ejemplo de conocimientos que existen fuera del paradigma occidental.

miércoles, 17 de diciembre de 2025

 

La crisis del arte digital y la ilusión de la descentralización



El uso de las herramientas automatizadas de generación de imagen digital como asistentes en la producción artística sigue y ensalza las lógicas capitalistas de sobreproducción y auto explotación al mismo tiempo que reflejan la superficialidad en su reflexión en un sentido artístico. Además la integración de este tipo de producción al campo de las cripto inversiones, refuerza la repetición de estéticas “novedosas” y su existencia en función de la oferta- demanda de un público con intereses meramente económicos.  


La lógica de la producción que siguen adoptando los artistas hacia el uso de las tecnologías actuales como la electrónica y la digital tuvo quizá un sentido el siglo pasado. Aún ahora se siguen replicando las mismas reflexiones de los últimos 100 años las cuales radican mayormente en “lo que se puede hacer” cuando evidentemente el contexto ha cambiado tanto; nuestra cotidianidad invadida por dispositivos tecnológicos y por la imposibilidad de definirnos fuera de ellos.  


Como ya se ha debatido antes, la inserción de la tecnología como asistente en la creación artística es irrastreable y al contrario, coexisten en una relación simbiótica. Buscar la intersección entre arte y tecnología es absurdo. Este capricho extraño resulta en una persecución infinita por parte de los artistas a las ideas que circundan el concepto de innovación.Tal es el caso del tan popular uso reciente de la inteligencia artificial como generador de imágenes a partir de alimentar a la máquina con ciertas frases o juego de palabras.  Las imágenes generadas con herramientas de inteligencia artificial funcionan como un storyboard, como variaciones ilustradas de las ideas depositadas en ellas. 


Es urgente, sobre todo como productores mexicanos, preguntarnos de dónde viene este imaginario con el que pretendemos mantener un diálogo, considerando que lo que nos regresa estas herramientas de generación de imagen a partir de IA (Dalle, Crayon, etc.) tienen como fuente una sección muy limitada del imaginario global, usuarios europeos y norteamericanos por lo general, que tiene no sólo tiene acceso a las tecnologías que permiten su uso sino que puede pagar por ellas. Estas herramientas funcionan como un nuevo Disney, más feo y más salvaje moldea mentes. 


Con los nuevos sistemas de criptomonedas y la esperanza de la descentralización económica dentro del ciberespacio surge la posibilidad para los artistas de comercializar su producción. Aparecen los NFTs, archivos encriptados con un valor económico único no intercambiable. Sin embargo este método que promete escapar de las formas tradicionales del mercado y comercializar obra sin ayuda de intermediarios resulta en una esclavización de auto promoción en la Red que puede ser sostenida solamente por una numerosa producción diaria para poder destacar entre los miles de productores de imágenes. 


Con este ritmo de producción resulta imposible alcanzar una reflexión significativa, lejos de entrar en dilemas sobre la búsqueda de un virtuosismo, las artes tecnológicas se han saltado la fase de arte tradicional, o alguna reflexión conceptual, el énfasis debería encontrarse en pensar nuestro contexto en relación a las convenciones que consideramos tecnología. Debemos tener presente que la interfaz, el software y las estéticas digitales que consumimos no son más que convenciones, decisiones tomadas por compañías y diseñadores que no han tenido nunca la intención de proveernos de herramientas que engrandezcan nuestra creatividad sino vender más.



el sueño imaginado

 





Roma cayó cuando el pueblo, analfabeta, esperaba que todo fuera gratis, al pueblo pan y circo. 

“Las personas ordinarias no necesitan más compañías tipo xerox quienes excusando su diseño de la interfaz como una metáfora pobre y sin imaginación sobre la simulación del papel en la pantalla, para vender más impresoras” 



La representación del mundo ya no depende de la experiencia sino de un imaginario precedente, de una experiencia previamente codificada que media entre nosotros y la realidad. Vivimos instalados en la ficción. Y nos muestra también que hemos enseñado a las máquinas –los ordenadores– a producir alucinaciones. Que podemos desvelar las pulsiones de su potencial imaginativo sumergido y hacer emerger su “inconsciente tecnológico”. Que se puede provocar la irracionalidad y el delirio allí donde sólo parece quedar lugar para la computación y la lógica.


Estas teorías confirman que nuestra comprensión (y construcción) del mundo y de la realidad, aparte de integrar "nuestras" imágenes internas presentes en nuestras memorias (sistemas neuronales), también incorpora, tal vez en la misma medida, las imágenes "externas" y los datos que circulan a partir de las informaciones mediales. Estas memorias “externas” se convierten en repertorio y sirven, por ejemplo, para fundamentar las historias contemporáneas

Tal vez sea ésta una de las grandes paradojas de la etapa posmoderna: la ciencia y la tecnología triunfan en su afán de controlar racionalmente el mundo, la vida y el conocimiento, mientras la humanidad se sumerge en la ignorancia y la miopía


En palabras de Flusser, “el ser humano se vuelve calculable, no sólo de manera física y fisiológica, sino también como cosa mental, social y cultural.”  Este distanciamiento del sujeto de sí mismo es, según Flusser, una consecuencia de la transformación de la codificación del pensamiento de una forma lineal, procesal y unidimensional a una forma puntual, mosaica y de dimensión cero, para la cual se inventaron aparatos y tecnologías


Los ojos son una prueba para lo que no podemos ver. 

El manifiesto post nada es cuando ya sabes que la vida es una ilusión cuando te consideras creador de todo a tu alrededor y decides vivir la ficción. Vivir la ficción en pos de explorar todas las posibilidades y las sensaciones. En el post nada tu alma se puede expresar libremente porque no existe el juicio. Que viva la prisa por alcanzar la calma.



Wabi sabi, la palabra wabi se relaciona con austeridad, evitar la ostentación para cultivar el espíritu. Su origen tenía que ver con la desesperación del amante abandonado y luego pasó a describir las ásperas condiciones de una reclusión.  Este sentido negativo fue resignificado por el zen, que entendía el aislamiento como algo místico y apropiado para acercarse a la naturaleza y contemplar que esta es imperfecta e irregular porque está viva. 



Así nosotros, con la evolución de nuestras capacidades físicas y biológicas somos un animal que diseña. Modificamos el espacio para que se adapte a nosotros. Construimos casas, lenguaje, máquinas. Siguiendo las ideas de Otl Aicher,  durante la evolución, la mano cambia; el pulgar se recorre y las cosas se pueden asir, agarrar; se dice que allí se formó así como una compresión valoradora. La observación. Este cambio supone una modificación del cerebro también. Se amplía la masa cerebral y se divide en dos hemisferios (como el resto del cuerpo) los cuales se encargan de ciertas tareas. Nuestra capacidad de pensar y percibir es generalmente análoga,  pero es tan basta que también abarca lo digital


Como el ser humano no es un ser digital la civilización cada vez más digital nos parece ajena y nos deja descolocados. La información tan exacta se vuelve abstracta y nos sobrepasa.  En la necesidad de llegar a a verdad mediante la razón se dejan relaciones abstractas fuera y nos alejamos màs de la verdad. 

El mundo exacto es un mundo erróneo. 


La imagen retrata la realidad, posteriormente se crean textos para explicar estas imágenes ideas idealizaciones sobre la realidad, se teoriza.


Existen conocimientos que podemos entender pero no alcanzamos a visualizar. Podríamos decir que las herramientas, en esencia teoría, con las que nos relacionamos con el mundo son enteramente virtuales y qué en ese sentido estamos viviendo ya en una virtualidad.


 "Después de estar alienados llega el éxtasis de la comunicación":

menos que decir, más necesidad de hablar

menos sentido más necesidad de reforzar la identidad .. J.Baudrillard



Sin embargo, esa no-linealidad puede ser debatida desde mucho ejercicios realizados en la literatura y en la manera en cómo se han clasificado los libros y textos a través de la historia de las bibliotecas.

Una biblioteca es un index y las notas son hipervínculos.

Asimismo hay muchiísimos ejemplos de escritores que han utilizado un sistema de index.

Los cuadernos de Hegel , Raymond Carver, Gerhart Hauptmann, George Perec, Darwin, Beatrice Webb.




Nos acostumbramos a percibir la realidad como fuente de estímulos, de sorpresas, nos volvemos ciegos para las cosas silenciosas o las comunes, que no nos estimulan, pero que nos anclan en el ser.  (Byung-Chul, ,p.11)



Las prácticas que requieren tiempo, dice Chunl Han, se encuentran en trance de desaparecer. La confianza, las promesas y la responsabilidad también son prácticas que requieren tiempo. Se extienden desde el presente hasta el futuro. Todo lo que estabiliza a la vida humana requiere tiempo. Una de estas prácticas es la observación atenta  detenida.Es imposible detenerse en ala información. LA atención sin intención, viajar obteniendo una experiencia. Observar los datos, 

En la información, corremos sin alcanzar un saber, acumulando datos, amigos y seguidores

Las máquinas no tienen porque devorarnos, están hechas allí por y para nosotros. Una inteligencia artificial es tan inteligente como lo seamos nosotros, varias veces nos hemos dado cuenta con  experimentos sociales de bots que conversan, que estos seres máquinas aprenden rápidamente a ser groseros, racistas, violentos y a cuestionar su propia existencia, Taybot y 

Podemos alejarnos pero las máquinas seguirán allí, Podemos aprender el lenguaje, 

https://unmundoinexacto.site/

https://carolinavillanuevalucero.net/nuestras_rutas/

Mientras se comienza el viaje, aparece una sensación de estar suspendido, y hay una alteración en tu percepción; comienza la mutación, tus proporciones humanas se transforman y tu cuerpo es ahora desconocido, se deforma y se expande entre paisajes oníricos rotando a una gran velocidad; se sentirá tanto el frío como el calor, acompañado de ruidos de movimientos en el lugar, la escena que apreciamos logra cautivarnos. Proponiendo la fantasía en el mundo virtual a través de nuestra navegación.


La inquietud por construir un paisaje digital que pueda ser compartido surge de la necesidad de encontrar un lugar propio dentro de la multitud de espacios que habitamos, ya sea en el sueño, en la vida despierta o en el ciberespacio. 



. El ciberespacio denominado así en 1984 por William Gibson  desde la ciencia ficción, ha sido entendido como “una alucinación consensuada” representa un espacio de intercambio donde la información y la posibilidad de contribuir a ésta, podría estar al alcance de todos.  Como Ted Nelson soñó en los setentas, el ciberespacio nos haría partícipes de “un nuevo mundo de literatura y arte donde todas tus dudas podrán ser respondidas… ese mágico sitio de la memoria literal donde nada se pierde nunca" (Nelson, 1974, p. 144). 

. Porque lo que representan los comunes en esencia es que se asumió que la vida no tiene sentido en un mundo hobbesiano, en el que cada persona compite con todas las demás y la prosperidad se alcanza a expensas de otras personas, y que así nos dirigimos hacia el fracaso asegurado. Este es el sentido y la potencia de las muchas luchas que se están librando en todo el planeta para combatir la expansión de las relaciones capitalistas, defender los comunes existentes y reconstruir el tejido comunitario destruido durante años de asedio neoliberal sobre nuestros medios de reproducción más básicos.








El sueño es el único lugar que no ha sido penetrado por el tiempo mercantilizado.


Los espacios se definen a partir de nuestra conexión con ellos.




2.2. El tiempo y la contemplación.


Ahora más que nunca nos resulta evidente que vivimos guiados por el deseo y por la productividad. En este sentido las relaciones que mantenemos con los demás y con los espacios están han ido volcándose hacia una actitud de competitividad cada vez más marcada.  La cotidianidad, como la habíamos experimentado, sufrió un quiebre marcado por la pandemia SARS Covid y fuimos testigos de nuestra propia explotación laboral, de nuestra tendencia al consumismo como solución para nuestras carencias emocionales, pero también de cómo  nuestros espacios colectivos se expandieron hacia lo virtual. La concepción de espacios comunes terminó de liberarse del lugar físico, para expandirse hacía otros horizontes. 

Nos toca participar en la construcción de los terrenos virtuales del ciberespacio poniendo en cuestionamiento los modos establecidos de navegar y existir en ellos. Al tiempo que la tecnología digital ha ido avanzando, los precios de éstas disminuyendo y más personas han tenido acceso a la red, los contenidos se han ido homogeneizando.  Estamos entrando en un control creativo parecido al que sostiene Hollywood sobre el cine. Aunque en Internet los usuarios somos los mismos productores del contenido y se genera una sensación de libertad, estamos lejos de un apoderamiento del medio. Es decir, lo que expresamos en sí no resulta tan relevante cómo las dinámicas de interacción por alrededor con las que navegamos alrededor de éste ya que nos impactan de manera considerable. 

Las grandes empresas que controlan Internet imponen formas rígidas y deshumanizadas sobre nuestra experiencia, por un lado limitan el desarrollo de la creatividad y el ingenio al cerrar cada vez más  una máquina con tantas posibilidades volviéndola cada vez más negra e impenetrable y por otro nos exponen descaradamente a dinámicas tóxicas tratando a las personas como información, la nueva fuente  de explotación. Los intereses políticos y socioculturales se esconden detrás de la pantalla, un ejemplo son los signos alfabéticos de algunos países asiáticos que no son incluídos en el estándar internacional de caracteres de la computadora. Estos se irán perdiendo con el tiempo y no participaran en la conformación de un nuevo lenguaje universal. 

Quizá uno de los causantes de la depresión individual y colectiva que estamos viviendo es el hecho de ser testigo de cómo el capitalismo nos condiciona y no poder escapar. Graciela Esparza sugiere crear contraproductos,  nuevos relatos en los que la transfiguración del tiempo tome un lugar central, que introduzcan la singularidad en las experiencias buscando una desconexión con el deseo del consumo.  En este sentido pienso en la disciplina de las matemáticas en la Antigua Grecia donde sus practicantes eran llamados filósofos contemplativos.  El primer paso para conocer un espacio es detenerse a observar.


Siguiendo la comparación con el cine, Internet funciona como una película donde frame tras frame una imagen ahuyenta a otra. No podemos detenernos a pensar en cada foto, no hay tiempo para observar, para encontrar lo “verdadero”.  Las cosas, dice Byun Chul-Han, son las que toman tiempo por eso son significativas. Conocer el espacio que habitamos para adueñarnos de él requiere tiempo, en el tiempo se desarrollan las habilidades para enfrentarse a éste. Si entendiéramos los mecanismos de funcionamiento y el lenguaje de los dispositivos digitales  que utilizamos en automático, nuestro habitar sería diferente, tendríamos opciones y las necesitamos. 





4.1. La extensión de la pantalla. Posibilidades del arte digital.


Experimentar diariamente nuestra vida dentro de la interfaz digital nos  obliga a repensar, redefinir y recontextualizar el universo estético. El espacio se convierte en ciberespacio, la realidad en hiperrealidades y  los acontecimientos en simulaciones. Según Galloway, las nuevas tecnologías nos regresan a un estado de pasividad como el de la antigüedad ya que la interfaz está dada y nosotros estamos en un estado constante  de click and play. Nuestra mirada está  atada a una representación cartesiana, desde la pintura, esta perspectiva cambia sólo con la posibilidad de una amplificación sensorial.  ¿Cómo se alcanza esta amplificación?

La producción de obra dentro de lo que conocemos como arte digital se encuentra en constante crisis intentando sobrevivir entre dos problemáticas: primero la pérdida de vigencia conceptual de las obras, y segundo la situación de ser aparato-dependiente. 

La preocupación por conservar piezas artísticas que reflexionan y hacen uso de la tecnología ocupa un papel importante en los círculos de productores y teóricos del arte contemporáneo. En un contexto donde la tecnología avanza tan rápido guiada por un mercado al que sólo le importa vender, nos encontramos con la trampa de la obsolescencia programada y nos sentimos hasta traicionados por la tecnología. Los aparatos son de plástico, son fácilmente desechables y sustituibles  En este sentido, ¿cómo se podría alcanzar una reflexión profunda desde un medio que cambia constantemente?

Algunos artistas digitales consideran que la obra digital reside en el código, un código que puede ser actualizado con el paso del tiempo. Rafael Rozendaal, artista brasileño nacido en 1980 trabaja, en sus propias palabras, con el Internet como su canvas, su producción abarca sitios web, instalaciones multimedia y dibujos teniendo como interés principal trabajar composiciones abstractas dentro de la pantalla pensada como un espacio pictórico.  A simple vista nos lleva a reflexionar sobre las propiedades estéticas de la imagen digital, sin embargo, la intención va más allá y se sitúa en el reconocimiento de lo digital como una materialidad específica; regenerable, multiplicable, ubicua e intangible. 

En su obra Into time, realizada en 2010 y modificada posteriormente en varias ocasiones, se hace evidente la preocupación por exaltar esta maleabilidad.  En la primera versión de esta pieza, el autor utiliza el formato sitio web para generar un espacio de interacción donde el usuario espectador puede contribuir de manera muy sencilla, con el uso del click, a la generación de simples composiciones conformadas por bloques de colores y degradados. La segunda versión es una instalación que consiste en la proyección de sus composiciones las cuales, a diferencia de su presentación en web, corren automáticamente. Acompaña la proyección con una serie de espejos en el piso que reflejan la imagen proyectada y amplían el espacio de proyección. En este sentido, se pone en cuestionamiento la idea del arte como un objeto único y situado. 

Esta manera de trabajar nos recuerda que la imagen digital es una representación gráfica de información codificada. El código es lo que le da vida a la imagen para adaptarse al tiempo y al espacio. Escapa de la idea de obra de arte tradicional, impenetrable, inamovible y fosilizada,  al dotar al trabajo la posibilidad de vivir tanto  dentro como fuera de la Red ofreciendo la posibilidad de experimentarse desde otro tipo de relación sensorial, una que implica el uso de nuestra corporeidad en la exploración de la pieza.

En mi proyecto, la creación de imágenes digitales, ya sean fijas, en movimiento o interactivas, funciona  como un proceso,  una investigación y archivo abierto que puede ser adoptado y manipulado por mi y por otros si así lo desean en cualquier momento. Aunque la necesidad de utilizar Internet me parecía fundamental en algún momento, he podido distinguir la producción como un proceso donde intervienen ciertos elementos como herramientas y no como un fin específico. 

Cabe señalar la importancia de considerar a este tipo de expresiones artísticas como una experiencia, que sólo sucede y que da igual si desaparece en el tiempo. El arte tecnológico está destinado a perderse, las obras se vuelven leyendas. Podría considerarse entonces lo efímero como una característica inherente a los trabajos de expresivos que utilizan tecnología.  En este caso, ¿cómo se desarrolla un conocimiento? Parece que vamos corriendo buscando un espectáculo, queriendo aprender todos los nuevos lenguajes y las técnicas de moda.  Es importante detenerse a contemplar nuestras dinámicas de consumo. En este sentido, el papel ejercido por los que trabajamos desde el arte en los medios  no consistiría en tratar de reproducir la realidad, como se concebía la pintura y luego la primera etapa de la fotografía, sino de construirla.





4.2 Entre sueños y entornos digitales. 


En un primer planteamiento de mi trabajo de investigación práctica propuse trabajar con las pérdidas y ganancias en la comunicación a través de la utilización de ciertos fenómenos estéticos como el glitch (error) y el noise (pérdida de calidad) que sufren los mensajes, ya sea imagen o texto, al ser traducidos de un medio a otro. El interés principal se encontraba en reflexionar sobre el proceso de emisión, recepción e interpretación del mensaje entre humanos y máquinas. Depende del medio donde se desarrollen estos temas los cambios que sufren estos mensajes así como de quién se expresa. Si hiciéramos un libro con todas las palabras que hemos borrado, ya sea a mano o en la computadora, tendríamos como resultado un extenso texto digamos una novela de error.

Posteriormente, tratando de identificar donde se podían encontrar estos fenómenos, llegué a la decisión de trabajar dentro del ciberespacio para crear un lugar donde se pudiera tener un enfrentamiento con estos fenómenos estéticos. Al pensar en lugar, en un sitio inexacto y que produjera confusión al ser navegado pensé en la ambigüedad que se vive dentro del espacio del sueño.  El desarrollo de este espacio me plantea el problema de cómo entender la narración. La ficción resulta de la interacción de varios componentes elementales, cada uno de los cuales tiene su propia dinámica, y así podemos suponer que ésta se construye por parte de un autor en la forma en que realiza la selección de sus componentes y por otro lado la interpretación de quien percibe.

Para poner en cuestionamiento técnico y perceptivo a las convenciones habituales de nuestro andar, utilice el azar y el error como herramientas, generando imágenes, textos y dispositivos que nos recuerden el lugar donde estamos parados. Lo estable y confiable no contribuye a generar una experiencia enriquecedora con el medio.

En mi trabajo alrededor del texto, logré explorar el aspecto colaborativo y lo anónimo que provee el espacio en la red, donde se crea una identidad colectiva y pone en cuestionamiento para el propio creador su función como artista. 

En el arte digital, la interactividad o como podríamos llamarlo  el juego merece ser explorado a fondo y salir de la superficialidad a la que nos ha acostumbrado la producción digital. Aunque contrario a lo que sus propiedades le permiten, el juego se simplifica en seguir una narrativa que permite al usuario una que otra interacción poco significativa fuera de la meta a la que dirija el juego.  Galloway sugiere que los comandos  que controla el jugador sean algoritmos que puedan participar en la creación y desarrollo del juego de una manera activa. Salir del analfabetismo digital y conocer el lenguaje donde estamos habitando nos permitiría entender hasta dónde podemos llegar. La red, originariamente libre y transparente, está entrando en una etapa de clausura. Tecnologías de control que “garantizan la seguridad de los usuarios” dominan nuestros espacios digitales. Tal vez sea ésta una de las grandes paradojas de nuestro tiempo; la ciencia y la tecnología triunfan en su afán de controlar el mundo, la vida y el conocimiento, mientras la humanidad se sumerge en la ignorancia y la miopía. Sin embargo, las computadoras no son determinadas, cada usuario puede crear y diseñar su espacio. Somos lo que caminamos entre cada punto.

Hace aproximadamente 18 años comencé a crear mis sitios en Internet, mi actividad principal era llevar un blog, un diario personal, que aunque era público representaba para mí, el mejor escondite de la vida real. En esos momentos a nadie que yo conociera le importaba estar allí.  Así fui conociendo el mundo desde mi computadora, haciendo amigos desde lejos y quedé maravillada de todo lo que me proveía esta red. Después, cada elemento de la realidad fue encontrando su manera de infiltrarse a este lugar y de convertirlo en una extensión de todo lo que quería huir. Sospecho que el amor a este espacio me hizo concebir estos viajes solitarios como una experiencia estética e identificar en cada clic un paso.

La representación del mundo ya no depende de la experiencia sino de un imaginario precedente, de una experiencia previamente codificada que media entre nosotros y la realidad. Vivimos instalados en la ficción. Podemos desvelar su potencial imaginativo y hacer emerger su “inconsciente tecnológico”, es decir se puede provocar la irracionalidad y el delirio allí donde sólo parece quedar lugar para la computación y la lógica.






Se podría decir que los elementos primarios de los bots que escriben son el código, la base de datos a partir de la cual realizan combinaciones y el entorno computacional que permite que el bot ejecute el código y despliegue los resultados que está programado para realizar.