Roland Barthes introduce los términos punctum y studium en su ensayo “La Cámara Lúcida”, publicado en 1979 para definir su experiencia con la fotografía. De acuerdo al autor, el studium sería : “una suerte de dedicación especial” en la que se hallan inmiscuidas todas las cualidades culturales, históricas y políticas de un fenómeno dado y que es representado por la materialidad de la fotografía. Por su parte, el punctum es aquello que viene a perturbar al studium,una especie de impacto que generalmente reside en algún detalle en el que se fija el ojo. Es “un pinchazo, agujerito, pequeña mancha, pequeño corte” algo que lastima y punza, que brota del studium mismo.
En
el recorrido del paseante, cada imagen se convierte en un fragmento
de mundo, en partes de un todo que se habitan en medida de la mirada.
La ambivalencia en la inteligibilidad de las distancias
(lejanía/cercanía) es precisamente el punctum barthesiano de estas
visiones. Se pasa del studium al punctum (de la naturaleza al
paisaje), mediante el reconocimiento repentino de un lugar que no
podemos alcanzar. “La naturaleza es continua y la realidad se
ofrece a nuestra percepción de forma discontinua.” 15
Se
cumple, además, en este caso, que el punctum “es una especie de
sutil más allá del campo, como si la imagen lanzara el deseo más
allá de lo que ella misma muestra” Ya que cada paisaje posee en sí
mismo, y potencialmente, al que le sigue, en una secuencia temporal
virtualmente infinita.
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