miércoles, 24 de abril de 2024

A veces subo y bajo por la misma calle

 A veces subo y bajo por la misma calle

Quizá la comparación es para nosotros como humanos inevitable, y como humanos que aspiran a algo, al éxito que ahora se traduce como sobrevivir esta pesada responsabilidad de encontrarle un sentido a la propia producción cuando se nos mide en curriculum, en títulos,  becas y premios. Si, la validación y el sentido es personal pero la sociedad tiene parámetros que definen lo que es exitoso y lo que no. Nuestra profesión es competitiva llena de desigualdades, con disparidades inmensas entre esfuerzos y recompensas, pocos se llevan el botín dejando a los demás observando un terreno de juego que no es el mismo para todos. Para que unos triunfen otros deben perder y los que triunfan se convierten en los genios, de quienes debemos aprender y los que nos guían en el hacer. En medio de un clima generalizado por la ganancia,  el éxito se suma al resto de las mercancías, se ha transformado en un deber y dado que cada vez más el éxito aparece con fugacidad se liga también con una actitud cínica, de alguna manera todo da lo mismo. Se incorpora la duda permanente, el instinto de autoconservación, el cinismo y el sarcasmo.  La búsqueda de la estabilidad. El éxito nos lleva a un callejón sin salida. Nos podemos enfocar en los propios ritmos de vida, nuestros avances y retrocesos o tendría que decir nuestros ires y venires , intentando que cualquier lugar sea propicio para un despliegue de autoconocimiento. En ese sentido sería fundamental vivir atendiendo el presente, sin buscar una garantía de nuestro destino sino abrir espacios para que la vida suceda frente a la fugacidad. Encontrar un punto donde se teja lo virtual con lo real, la falta, lo imagnario con lo real.

 Caracolito art


Una pequeña bahía del mar de Cortés, la bahía de Bacochibampo fue en algún momento, un lugar de intercambio de bienes entre culturas de Aridoamerica, en la época colonial explotado por los españoles y posteriormente conservado ya que en sus aguas se pueden encontrar hasta la fecha ostras perleras nativas. En el pueblo que acompaña esta bahía existe un buen porcentaje de personas dedicadas al mar. Desde pescadores y cocineros a investigadores y practicantes. El resto, son familias que han estado allí durante generaciones. Algunos llegan algunos nos vamos.


En una bahía, la tierra rodea el mar, son como grandes albercas de cabo a cabo donde se encuentran una diversidad de escenarios, el desierto en unión con el mar, la arena ardiendo, los esteros, playas suaves, playas con piedras, quebradas, etc. Siempre un paisaje hipnotizador, cielos demasiado brillantes, coloridos y un calor que acentuaba esa sensación envolvente. Durante gran parte de mi vida he estado intentado reproducir imágenes a partir de ese choque entre colores, formas y sensaciones del espacio. A través de lo pictórico principalmente las imágenes digitales y la pintura y acompañada de un estudio, algo inconsciente en principio, sobre el paisaje. 


La mayoría de mis maestros de preparatoria y secundaria fueron biólogos. Álgebra, Física, Inglés, Historia, Química, Cálculo, todas impartidas desde una visión científica y algo romanizada de la naturaleza. Estas escuelas estaban ligadas académicamente al Centro de Conservación y Aprovechamiento de los Recursos Naturales con el que también compartían espacio. Dentro de ese edificio, por un lado las ventanas enmarcan el mar y por el otro el desierto. Era muy fácil distraerse en clase. En esa escuela formé un grupo de pintura y por las tardes pintabamos lo que veíamos, ver era lo más importante, ver las formas para poder reproducirlas. En un día de esos, el maestro de Cálculo diferencial nos habló sobre la espiral logarítmica y cómo ésta daba forma a tanto de lo que estaba a nuestro alrededor, pero también de cómo se había utilizado en el arte. 


La idea de esta espiral me volvió loca, busqué más información sobre su uso en la pintura y esta búsqueda me abrió un panorama que no había conocido sobre el arte. Veía esta espiral por todos lados y me dediqué a coleccionar caracoles, empezaba a pensar que tenían algún tipo de magia o lenguaje secreto.  Aunque ya había estado aprendiendo otros códigos, como el lenguaje del Internet, el Inglés y otros códigos sociales,  allí fue que entendí la idea del código. Me di cuenta que el código nos puede llevar a crear lugares y experiencias más allá de las que conocía, que escribir código es una propia forma de literatura. 


Para ese momento yo llevaba años navegando por Internet. Cuando era niña, comenzaba a realmente tener conciencia sobre lo que implicaba mi existencia y la de los demás, apareció este nuevo aparato que era la computadora. Se me abrieron dos espacios al mismo tiempo, la vida real y la vida digital.  La computadora significaba un cuaderno de dibujo infinito. Internet, una realidad alterna, mucho más  amplia, llena de información y otro tipo de personas. La computadora era también víctima de mi curiosidad, en un constante ciclo de destrucción y reparación.  una búsqueda constante de formas de resolver problemas, puesta al alcance por la propia computadora. En conjunto, un mundo, que desde entonces estoy intentando descifrar mientras da vueltas cada vez más rápido.  Pero más allá de la parte técnica, el terreno del cómputo afectivo. La conexión emotiva de la mente en relación a la tecnología pensada ésta como una expansión de nuestro cuerpo y  lo sensible de la experiencia en el ciberespacio. 


el click es onomatopeya de sí mismo


el click es la decisión


el click en sí es noise


el click es la ruptura


el click  lo que el el código no define


el click es el inicio 



El cambio de estética que nos van otorgando los dispositivos digitales como la computadora, cámaras de fotografía y vídeo, entre modelo y modelo, año con año, ha funcionado como un acompañamiento, la imagen digital ha ido cambiando de maneras de verse igual que yo.  El contacto con estos aparatos y su integración en nuestra cotidianidad me ha parecido irónicamente un proceso muy natural, sobre todo entendiendo que la tecnología exponencía nuestras capacidades innatas.  El código utilizado para hacer posible esta tecnología es en cierta forma una derivación de la observación de la naturaleza. 


El código es un lenguaje utilizado para comunicarnos con la computadora; tiene sus propias reglas, sintaxis y significados. Como los escritores, el programador también tiene su propio estilo que incluye estrategias para la optimización del código y manera de comentar para otras personas que verán el código también. Contiene diferentes capas de abstracción y las enlaza con el mundo físico. 


Las imágenes, tanto las  que ya nos son dadas y las que creamos obedecen a una realidad virtual. Todo lo que vemos y hacemos está codificado. Para existir físicamente, la materia se compone de combinaciones matemáticas y dependiendo de su organización, las cosas son. Nicómaco de Gerasa, matemático neopitagórico,  en su Introducción a la Aritmética apunta: "Las cosas incorporales - como las cualidades, relaciones, configuraciones, lugares y tiempos - Las cosas inmateriales, eternas, constituyen la verdadera realidad. Pero lo que está sujeto a formación y destrucción (la materia, los cuerpos) no es actualmente real por esencia.”



 El paisaje ha demostrado a lo largo de los tiempos, su relevancia, al fijar la imagen de lo que es el espacio en sí, de la relación del humano con su entorno. El paisaje existe como la imagen percibida de cierto territorio real o imaginario, sin embargo para llegar a esta interpretación es necesaria la presencia de ciertos elementos. Estos serían las formas pero sobre todo los modelos con los que existen estas formas, algo así como los ritmos. Porque su forma no es materia sino una serie de relaciones que podemos encontrar y recrear. Para mi, los paisajes digitales siguen esta lógica y encuentro mis paseos y viajes por la Red como un recorrido que implica una experiencia estética. 


A partir de mi fascinación con el paisaje, mi interés por reproducirlo y encontrar el código como herramienta para experimentar y darle camino a mi búsqueda. Mi pregunta es ¿Se funden en nuestros paisajes los lugares donde existimos; espacios interiores, exteriores y virtuales? 


 

Cuando llego a la sala

Y veo a todos buscando

Con su celular un poco de wifi

Llendo de acá

Para allá con un brazo arriba

Pienso en que poco

Nos diferenciamos 

De los insectos nocturnos

Que dan vuelta alrededor 

De una fuente de luz